CUIDARSE, NARRARSE II

 














De las muchas transformaciones que está

sufriendo de forma generalizada el individuo
en la modernidad tardía, una de las más
 relevantes es, a mi entender, la atrofia de la 
capacidad narrativa, la progresiva dificultad
para contarse a sí mismo y para elaborar una 
historia. Se trata de una dificultad que
nos afecta a todos, pero que sufren en mayor 
medida quienes han nacido en la era
digital. [...] 
Desde finales del siglo XX, los profesionales
que nos dedicamos a la escucha del
malestar observamos con preocupación que
quienes nos consultan han dejado de poder
relacionar su sufrimiento psíquico con
 causa alguna. Sienten angustia, insomnio,
 irritabilidad, tristeza, desgana, experimentan
 problemas en sus relaciones sociales, se
 autolesionan, se deprimen, sufren de
 atracones o de comportamientos obsesivos,
 pero no pueden atribuir esos malestares a
 ninguna circunstancia biográfica o social
 que les perturbe. Ni siquiera encuentran un
 nexo aproximado entre el síntoma que
 sufren y sus circunstancias personales. 

Este hecho no es nuevo para nosotros, pues
 los pacientes psicosomáticos, aquellos que
 expresan el dolor psíquico con malestares
 en el cuerpo, ya acusaban esta pérdida de
 narratividad que hacía más difícil su
 tratamiento; pero lo novedoso hoy es la
 universalización de esta atrofia, su
 presencia en todo tipo de cuadros clínicos,
 en una gran mayoría de jóvenes y en la
 población en general.  Lo novedoso hoy es
 que la producción de individualidad que
 impulsa nuestro mundo digitalizado se
 centre en aumentar progresiva e
 incesantemente esta jibarización de la
 capacidad narrativa. 

LOLA LÓPEZ MONDEJAR, Sin relato. Atrofia de 
la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad. 

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