SER UNA CASA

 Duermen el sueño de los justos.

Les presto mis ojos para cuidarlos.
No fue un día fácil:
miradas perplejas,
noticias de difícil digestión.
Pero la noche ofrece una tregua
y ahora el tiempo cae a gotas.

En cada habitación, tres enfermos
y tres cuidadores.
Y aunque comparten el mismo espacio
nadie podría decir que duermen juntos.
Cada par se duele a su manera.

Miro a los dos primeros.
Enfermo y cuidador se quedaron dormidos
mientras se tomaban de la mano.

Es tan poco lo que hace falta
para ser una casa.
Apenas estar lado a lado.
Tocarse.

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