BIOFILIA




Probablemente a la mayoría de las personas
les costaría creer que un pulpo salvaje
pudiera interactuar afectuosamente con un 
ser humano si la prueba no se hubiera filmado. 
A mí me habría costado creerlo. Pero es que 
nuestra estimación de la capacidad de los no 
humanos para pensar y sentir siempre ha sido 
errónea, tal como finalmente estamos empezando 
a comprender. Si hubiéramos prestado más atención, 
desde el principio, cuánto habríamos aprendido sobre 
lo que significa ser un animal, sobre cómo vivir en la 
naturaleza coma con la cual los animales humanos 
han estado tan a menudo en conflicto destructivo. 
(Sentir que no eres un visitante, sino parte del mundo 
natural es una diferencia asombrosa, dice Foster).
[...]
Creo en la biofilia humana. Creo que la afinidad con 
otros seres vivos, el deseo de estar junto a ellos y de 
conectar con ellos, y el amor por la belleza natural se 
encuentran en nuestro ADN. Cómo cuadrar esto, sin 
embargo, con lo que ve cualquiera que viva en nuestros 
días: el impulso humano de afear cada vez más el mundo 
y, al final, destruirlo. 
SIGRID NUNEZ, Los vulnerables (págs. 78-79)





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