PEDAGOGÍA INVERTIDA II
Hay pues una pedagogía, pero hay antes una
antropogogía, mediante la cual los niños mejoran
y domestican a los mayores. ¿Qué hacen los niños
con los hombres?¿Qué nos pasa al lado de los
niños?¿Qué pasaría en un mundo de solteros
estériles conectados solo por imágenes?
Olvidaríamos la música, los libros, el esfuerzo de
la razón por responder a un 'por qué' que ya no
formularía nadie. Desaparecería el relato, que es
la exigencia primera del niño en un mundo
borroso y sin fronteras como en un tiempo
sin límites, en un desorden de flujos rápidos
e inacabados. Perderíamos el concepto mismo
de 'cuidado', como condición de la hipomené,
esa combinación de atención y espera
volcadas sobre un cuerpo extraño. [...] Nos
quedaríamos sin metro para medirnos en el
mundo y para medir las cosas como límites
insuperables y fuente de toda satisfacción.
Todo esto es a lo que llamamos cuidado,
una fuerza gigantesca, cósmica,
que tendemos a menospreciar, frente a la eficacia
calculable del crimen, porque sus efectos son
invisibles: porque se limita a sujetar. Una madre
cose un botón mientras alrededor de su diminuta
concentración las bombas derriban una a una las
paredes de la casa. ¿Cómo comparar el bien del
botón con el mal del bombardeo?
ALBERT GLEIZES, Mujeres cosiendo (1913)
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