VIVIR, SER CURIOSO



El propósito de estas lecciones no es otro que incitarles a tener cuidado de su vida, porque no tienen más que una y

esa una se compone de un número dado, muy limitado de instantes, de ahoras, y emplearlo mal es como destruirlo,

como matar un poco de su vida.


ORTEGA Y GASSET, Unas lecciones de metafísica.



Este vocablo, «curiosidad», como tantos otros, tiene doble sentido – uno de ellos primario y sustancial, otro peyorativo

y de abuso –, lo mismo que la palabra «aficionado», que significa el que ama verdaderamente algo, pero también el

que es sólo amateur. El sentido propio del vocablo «curiosidad» brota de su raíz que da una palabra latina (y sobre la

cual nos ha llamado la atención recientemente Heidegger), cura, los cuidados, las cuitas, lo que yo llamo, la preocupación.De cura viene curiosidad. De aquí que en nuestro lenguaje vulgar un hombre curioso es un hombre cuidadoso, es decir,

un hombre que hace con atención y extremo rigor y pulcritud lo que tiene que hacer, que no se despreocupa de lo que

le ocupa, sino, al revés, se preocupa de su ocupación. Todavía en el antiguo español cuidar era preocuparse, curare.

Este sentido originario de cura o cuidados pervive en nuestras voces vigentes curador, procurador, procurar, curar; y

en la misma palabra «cura», que vino al sacerdote porque éste tiene cura de almas. Curiosidad es, pues, cuidadosidad,

preocupación. Como viceversa, incuria es descuido, despreocupación; y seguridad, securitas, es ausencia de cuidados

y preocupaciones. 

Si busco, por ejemplo, las llaves es porque me preocupo de ellas y si me preocupo de ellas es porque las he menester

para hacer algo, para ocuparme. 

Cuando este preocuparse se ejercita mecánicamente, insinceramente, sin motivo suficiente y degenera en prurito, tenemos

un vicio humano que consiste en fingir cuidado por lo que no nos da en rigor cuidado, en un falso preocuparse por cosas

que no nos van de verdad a ocupar, por tanto, en ser incapaz de auténtica preocupación. Y esto es lo que significan

peyorativamente empleados los vocablos «curiosidad», «curiosear» y «ser un curioso».  


ORTEGA Y GASSET, Unas lecciones de metafísica.



Si la vida consistiese sólo en su primer atributo y fuese no más que un enterarse y un darse cuenta – como ha creído

toda la época moderna – equivaldría el vivir a asistir a un espectáculo, cómico, trágico o gris; uno sería sólo espectador.

Pero como además es circunstancial, es estar el hombre, quiera o no, entregado a un contorno determinado, tendremos

que la vida es darme cuenta, enterarme de que estoy sumergido, náufrago en un elemento extraño a mí, donde no

tengo más remedio que hacer siempre algo para sostenerme en él, para mantenerme a flote. Yo no me he dado la vida,

sino, al revés, me encuentro en ella sin quererlo, sin que se me haya consultado previamente ni se me haya pedido la

venia. Pero eso que, sin contar conmigo, me es dado – a saber, mi vida –, no me es dada hecha. Lo que me es dado al

serme dada la vida es la inexorable necesidad de tener que hacer algo, so pena de dejar de vivir. Pero ni siquiera esto:

porque dejar de vivir es también un hacer – es matarme –, no importa con qué arma, la Browing o la inanición. Vida

es, pues, un tener siempre, quiera o no, que hacer algo. La vida que me ha sido dada, resulta que , tengo que hacérmela

yo. Me es dada, pero no me es dada hecha, como al astro o a la piedra le es dada su existencia ya fijada y sin problemas.

Lo que me es dado, pues, con la vida es quehacer. La vida da mucho quehacer. Y el fundamental de los quehaceres es

decidir en cada instante lo que vamos a hacer en el próximo. Por eso digo que la vida es decisiva, es decisión. 


ORTEGA Y GASSET, Unas lecciones de metafísica.

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